Es fácil despreciar a Elon Musk.
Desde que Twitter se convirtió en su rancho en el 2022, la abierta xenofobia e intolerancia que exhibe en su plataforma lo han consolidado como un importante agente y porrista de la ultraderecha internacional.
Como muestra reciente, además de su apoyo a Trump durante toda su campaña presidencial, está su endoso al AfD alemán, partido de extrema derecha al que consideró la única opción de “salvar” a Alemania. ¿Salvar de qué? La gran narrativa del reaccionarismo global tiene sus respuestas predeterminadas: inmigrantes, amenazas a los “valores occidentales” y cualquier política o idea que sea apenas progresista.
Twitter, rebautizado X, se ha ido convirtiendo en un espacio más acorde a las convicciones políticas de su dueño. Cada vez hay menos restricciones de contenido y más incentivos para postear lo que sea que genere interacciones fáciles —recordemos que X ahora permite monetizarlas—, usualmente noticias falsas o sensacionalistas, casi siempre relacionadas con la guerra cultural™ y otros temas que quiere poner en agenda la derecha internacional. Y cuando no, chistes reciclados y pornografía.
Los cambios en las funciones disponibles para los usuarios también han seguido una trayectoria que hasta da la impresión de ser antojadiza e influenciada por la vida personal de Musk. Lo ironiza bien este tuit:

La transformación progresiva de Musk en un villano de caricatura también le fue quitando reflectores a los otros grandes titiriteros de nuestras vidas sociales digitales.
Uno de ellos es Mark Zuckerbeg, CEO de Meta, empresa matriz de Facebook, Instagram y Whatsapp, quien tuvo un perfil más bajo durante los últimos dos años. En sus apariciones recientes, intentaba verse cada vez menos como un nerd desangelado y más como un tech bro relajado y con un mundo interior rico, en la onda de Jack Dorsey, cofundador de Twitter y fundador de Bluesky.
Pero la imagen que parecía estar construyendo dio un vuelco la semana pasada a partir de un video en el que anunció grandes cambios en las políticas de sus plataformas. Todo esto vestido como Cristorata.
En el video y en el post que lo acompaña, Zuck anuncia su intención de “restaurar la libertad de expresión” en sus plataformas. Para ello, Meta ha simplificado y modificado las políticas de conducta que deben seguir sus usuarios, siendo hoy mucho más laxos con el contenido que hasta hace muy poco ellos mismos consideraban como de incitación al odio.
A esto se le suma el fin de su programa de verificación de datos, que desde el 2016 empleó periodistas para identificar y eliminar contenido que difundiera información falsa. En el Perú, por ejemplo, esta labor la llevaban a cabo Verificador y Factual, divisiones de La República y AFP, respectivamente. En adelante, solo se utilizará un sistema de notas de la comunidad, tal como el que utiliza el X de Musk.
Las coincidencias no acaban allí. Zuckerberg anunció que sus plataformas volverán a promocionar contenido político, hasta hace poco penalizado por sus algoritmos. Asimismo, anunció que trabajará junto a Donald Trump en su cruzada contra la censura de las compañías americanas en otras partes del mundo.
Y ya como besándose el escudo de su nuevo equipo, estos anuncios vienen días después de haber anunciado a Dana White como miembro de su directorio. White no solo es famoso por ser presidente de la UFC, sino por haber sido captado en video golpeando a su esposa. Esta decisión fue criticada por muchos empleados de Meta, pero sus comentarios en el anuncio interno de la compañía fueron eliminados.
Como reporta Wired, el código de conducta anterior decía de arranque que los discursos de odio podían promover violencia fuera del espacio digital. La versión actualizada no lo menciona.
No solo eso, sino que bajo las nuevas políticas ahora es aceptable, por ejemplo, acusar a alguien de ser un enfermo mental en base a su identidad de género u orientación sexual.
“El problema de los sistemas complejos es que cometen errores”, aseguró Zuckerberg, simpatizando con aquellos que en estos años vieron sus cuentas suspendidas por violar las antiguas políticas de sus plataformas. Hoy les dice a los incitadores profesionales de las secciones de comentarios que pueden ir con menos cuidado, que sus políticas estaban desconectadas del “discurso mainstream”, que quiere que Facebook et al se parezcan más a como es allá afuera.
Mientras escribía este boletín, Mark también apareció en el podcast de Joe Rogan comentando, entre otras cosas, que siente que las compañías necesitan recuperar su energía masculina.
Zuckerberg quiere, a todas luces, hacerle saber al mundo de que es consciente de lo que en el discurso anglosajón llaman el vibe shift, un cambio en la vibra de la época.
En política, por ejemplo, se ha manifestado con la asunción al poder de derechas menos ortodoxas, más nacionalistas y estridentes.
En la cultura, con el rechazo al progresismo vigilante y punitivista que dominó el internet social durante la década pasada o con la vuelta de discursos esencialistas de género —incluso disfrazados de empoderamiento: ¡eres una mujer de alto valor! ¡desata tu energía femenina!—.
Pero ni Musk ni Zuckerberg son espectadores pasivos que simplemente responden a los nuevos deseos de sus comunidades. Cambiar cómo funcionan sus plataformas también permite que esos nuevos códigos y discursos se extiendan. Sus plataformas los gratifican y alientan.
Ellos son modificadores de la vibra.
Y este es el ecosistema que están construyendo para el mundo, no solo para el Estados Unidos de Trump. También afectarán cómo el discurso se construya y extienda en el internet peruano a un año de nuevas elecciones presidenciales. Una carrera que ya empezó con candidatos dando entrevistas a streamers adolescentes en Kick, una plataforma fundada por un criptocasino.
Permítanme preocuparme.
¿Ustedes son absolutistas de la libertad de expresión y están felices? ¿Han notado el vibe shift o es puro humo? Cuéntenme en los comentarios.
La última lista de listas de cosas del 2024 que leerás
Siempre he creído que enero es el mejor mes para revisar las listas de fin de año. Con sandalias, sin estar sobreestimulado por las fiestas de diciembre ni ansioso por cumplir la tarea autoimpuesta y arbitraria de ver, leer y escuchar todo lo que valga la pena antes de que acabe el año. No lo lograste. ¡Yo tampoco! Y es un fracaso que no le importa a nadie, así que revisa sin culpa algunas de estas listas del 2024 que me parecieron interesantes.
Durante todo el año, Deep Voices de Matthew Schnipper ha sido una fuente asombrosa de descubrimientos musicales. El exeditor de Pitchfork suele mandarse con selecciones que incluyen en muchos casos a artistas cuyo número de oyentes mensuales no supera los dos dígitos. Y su lista de 100 canciones del 2024 sigue esa línea: no conocía casi ninguna.
Más para acá, Rock Achorao continúa su buena chamba de difusión de proyectos locales con su lista de 100 canciones peruanas del año. Hay más que rock e incluye 50 menciones honrosas. Y desde Perú, aunque con una selección internacional, recomiendo la lista de mejores álbumes y canciones de LesterStone, probablemente el crítico musical peruano al que más leo.
Bien básica esta recomendación, pero me gustó mucho la diversidad de categorías y presentación del Year in Review de Letterboxd, la plataforma favorita del más insoportable de tus amigos cinéfilos. Como dato curioso, Yana-Wara de Óscar y Tito Catacora quedó #3 en el ranking de películas sudamericanas del año.
Desde el año pasado, mi lista de fin de año favorita siempre es la de The Year in Weird and Stupid Futures de Read Max, que hace un recuento mes a mes de los hechos que evidencian lo estúpido y distópico del futuro que en algún momento se nos prometió. Un ranchero de Montana arrestado por importar especies protegidas para crear una raza de ovejas gigantes en setiembre. La compañía Character.AI denunciada por una mujer que aseguró que el vínculo emocional de su hijo con uno de sus chatbots lo hizo suicidarse en octubre. Las tiene todas.
Recomiendo también esta recopilación de artículos de Rest of World, una publicación digital esencial para entender cómo los cambios tecnológicos están modificando la vida de las personas, especialmente en el sur global.
Y si estás con ganas de leer algo más, aquí mis lecturas favoritas del año (en inglés las tres, perdón): esta conmovedora entrevista al músico Christopher Owens, autor de mi álbum favorito del 2024, en Deep Voices; este artículo sobre la relación cada vez más estrecha entre los deportes y la industria de las apuestas en Defector; y este sobre la contemplación en una época en la que nuestra atención está cada vez más deteriorada en el New Yorker.
Playlist
Desde mi adolescencia he intentado dejar registro de mis discos favoritos del año en algún lugar. Para los del 2024, pagarán pato los lectores de este humilde boletín y no mis contactos de Instagram o Facebook.
Mis 9 —no 10, para que tenga más sentido la simpática grilla de 3x3 de aquí arriba— discos favoritos del año son:
I Wanna Run Barefoot Through Your hair (Christopher Owens)
Manning Fireworks (MJ Lenderman)
Bright Future (Adrianne Lenker)
All Hell (Los Campesinos!)
Allora (Ben Seretan)
Spiral in a Straight Line (Touché Amoré)
Mammoth (MOLLY DRAG)
Box for Buddy, Box for Star (This is Lorelei)
collage (Advyyyy) 🇵🇪
¿Quieres comprobar que nuestra compatibilidad musical está totalmente alejada y tal vez sea una buena razón para desuscribirte o no leer ninguna de mis recomendaciones musicales? A la orden.
🎵Escuchas una selección de canciones de estos álbumes aquí.
👋 Hola, este es el primer boletín del 2025. En adelante, la periodicidad de mis publicaciones será semanal(-ish) e intercalaré boletines como este con textos largos (entrevistas, crónicas o ensayos). Un spoiler de la próxima semana: una entrevista que le hice en Puno a Alexánder Hilasaca, autor del libro El rock también es para cholos.
☝️Recuerda que tomatemístico es un proyecto autogestionado. Si algo que he escrito te produjo unas ganas incontrolables de invitarme una chela o unas Papi Ricas, puedes depositarme el valor que tienen estos productos en tu establecimiento de confianza a mis cuentas de yape/plin o paypal.
Ya deben ser como cinco veces que Twitter y Facebook rechazan mis denuncias de posts que literalmente hacían vivas al genocidio o al odio racial. Libertad de expresión, supongo. Bluesky está interesante, eso o que la valla está tan baja que con que no haya nazis ya estamos bien.
"Cada vez hay menos restricciones de contenido [en X]" al menos que te burles de Musk o digas algo con lo que no está de acuerdo (como la palabra "cisgénero")... Su bandera de "free speech" obviamente era una mentira (igual que su gran promesa de erradicar los spam bots xd) porque tiene un ego de cristal, y ya está en guerra civil con muchas figuras de la extrema derecha que lo acusan de censura: https://www.nytimes.com/2025/01/08/technology/elon-musk-far-right.html
Respecto a Meta, me pareció bien gracioso que un día anuncien un giro radical en favor del "free speech" y al siguiente bloquean links hacia un nuevo competidor sin ninguna justificación: https://www.404media.co/meta-is-blocking-links-to-decentralized-instagram-competitor-pixelfed/ Una verdadera libertad de expresión abarca no solo la (no) regulación del discurso de los usuarios, sino también el funcionamiento de la plataforma en sí. Todavía el conchudo de Zuckerberg se quejó con Rogan de que Apple ya no innova cuando él se ha pasado la vida copiando productos.
Quiero creer que el pivot político de Meta va a resultar en una putrefacción de sus plataformas al nivel de Twitter/X, la proliferación de alternativas, y un éxodo masivo de usuarios; pero el reconocido artivista de redes sociales Ben Grosser no es tan optimista (por la naturaleza de Facebook): https://bsky.app/profile/bengrosser.bsky.social/post/3lfdiythecc2e
También vale precisar que, si bien es técnicamente correcto decir que Jack Dorsey es fundador de Bluesky porque fue una iniciativa interna mientras él aún era CEO de Twitter, ya no tiene ningún vínculo con el proyecto. De hecho eliminó su cuenta y tomó el lado de X/Musk: https://time.com/6974971/jack-dorsey-leaves-bluesky-board/
Ahora Bluesky felizmente camina de forma independiente, y en los últimos meses ha demostrado ser por lejos la mejor alternativa a Twitter. Ayer un grupo de simpatizantes lanzó esta campaña para conservar su autonomía y descentralización, ejes centrales del proyecto: https://freeourfeeds.com/
El chiste de las plataformas descentralizadas como Bluesky o Mastodon es que funcionan con un protocolo abierto al que cualquiera se puede adherir creando su propio servidor independiente, lo cual traslada la responsabilidad de moderación a los administradores de cada servidor. Además, cualquier usuario puede diseñar su propio algoritmo o suscribirse al de un tercero. Así el contenido que vemos todo el día no depende de la fluctuante y convenida agenda política de los magnates big tech. Irónicamente, este modelo descentralizado está mucho más cerca a una verdadera libertad de expresión (y elección) que las autocracias arbitrarias de Musk y Zuckerberg.
En conclusión, no me sorprende en absoluto el constante deterioro de Musk, Zuckerberg y sus plataformas, y no veo sentido en esperar ilusamente a que se vuelvan buenas. La buena noticia es que cada vez tenemos alternativas abiertas más sólidas para Twitter (Bluesky), Instagram (Pixelfed), WhatsApp (Signal), Substack (Ghost), etc. La migración puede ser una joda pero vale la pena.
Prefiero lidiar con el dilema de las comunidades pequeñas (pero pujantes) a estar constantemente expuestos a un maremoto de mierda polarizante potenciado algorítmicamente con fines políticos y adictivos. El éxodo de Twitter ha demostrado que cuando uno de los "bandos" de la "guerra cultural" no está o ignora las provocaciones, lo que sucede es que los azuzadores empiezan a pelearse entre ellos.