La semana pasada vi The Truth vs. Alex Jones (2024), un documental de Dan Reed (director de Leaving Neverland, sobre las acusaciones de pederastia de Michael Jackson) que puedes encontrar en Max.
Jones, un popular divulgador de teorías de conspiración, fue el principal difusor de la idea de que la masacre de la primaria Sandy Hook, en la que asesinaron a 20 niños y niñas y 6 profesoras y administrativas, fue en realidad un bulo fabricado por el gobierno de Obama para impulsar políticas de tenencia de armas más restrictivas.
La audiencia de Infowars, su web y show online, llega a las decenas de millones de personas. Y no pasó mucho tiempo para que una porción de ellas pase a la acción: acoso virtual a los padres, amenazas de exhumación de los cuerpos de sus hijos muertos y agresiones en la calle.
El documental sigue la última etapa de los juicios por difamación, resueltos a su favor, que las familias entablaron contra Jones, cuando solo hacía falta determinar el monto de la reparación económica que tendría que pagar.
Recientemente se autorizó la incautación de algunos de sus bienes personales, pero se le permitió conservar Infowars, que sigue operando con impunidad. La historia del caso sigue siendo demencial y lo es también un dato que se resalta en la película: un cuarto de los estadounidenses creen que Sandy Hook no ocurrió.
La semana pasada murió Alberto Fujimori, quien estuvo vivo por más de una década bajo el cuidado del INPE y no aguantó ni un año con su familia.
A su muerte le siguió el despliegue de una evidente campaña para lavarle la cara, como puedes comprobar solo prendiendo la tele.
Esta vez, sin embargo, el libreto usual ha virado aun más hacia la ficción.
Siempre podemos encontrar al clásico opinólogo que elogia las reformas económicas de su primer gobierno, como si estas, incluso si se considerasen positivas, solo pudiesen darse en el contexto de una autocracia que asesinaba y secuestraba gente.
Pero ese personaje ya no es suficiente.
Ahora, por ejemplo, Latina reescribe la historia y le adjudica el incendio del Banco de la Nación a los manifestantes de la Marcha de los Cuatro Suyos, un atentado por el que Vladimiro Montesinos, su verdadero autor, ha sido condenado.
En el mismo canal, Christian Hudtwalcker se sorprende e intenta remar una entrevista cuando no salió como planeaba, luego de que —of all people— Juan Sheput y Vitocho García Belaúnde empezaron a enumerar los crímenes y errores de Fujimori.
En portadas peruanas se evitan palabras como autócrata, dictador, violador de derechos humanos, que sí ofrecen contexto en sus contrapartes internacionales.
Se insiste en su rol en la lucha contra Sendero Luminoso, cuando los autores de la captura de Abimael Guzmán han dicho en infinidad de reportajes, entrevistas y documentales de los últimos 30 años que la operación tuvo que hacerse de espaldas a Fujimori y el SIN.
Pero para mala suerte de la humanidad, Sandy Hook y los crímenes de Fujimori ocurrieron en una etapa de nuestra historia en la que es extremadamente fácil fabricar fantasías.
De repente soy muy huevón, pero me sigo asombrando. Igual que cuando tenía 15 años y Keiko postulaba y entraba al congreso, solo un periodo después del regreso a la democracia.
5 años antes, durante la Marcha de los Cuatro Suyos, prendí la tele: en Canal N, miles de personas marchando a pesar de la represión policial; en los canales comprados, calles sin gente, silencio, un día más en la oficina. Dos realidades paralelas. Y creo que nos quedamos en la equivocada.
¿Qué es lo más alucinante que han visto en alguna pantalla sobre la muerte de Fujimori? Los leo en los comentarios.
Reseñas
🥤 Fanta de manzana
Tres recuerdos del mercado de Magdalena me persiguen hasta hoy: el olor a plástico sobrecalentado de los cartuchos de Super Nintendo de mi vicio de confianza, en el segundo piso de la Galería Malena; la imagen contrapicada de un pata con pechos y poto de globos diciéndome "¡ay, qué lindo! Salserín"; y el sabor de la Bimbo Manzana, una gaseosa producida por la Corporación Lindley, tan misteriosa como deliciosa, que solo encontraba en el Roky's de la esquina de Leoncio Prado con Grau.
Estoy confiando demasiado en mi memoria gustativa, pero les juro que esa gaseosa de color dorado sí sabía a manzana, con el sabor intenso que solo le recuerdo a las gaseosas noventeras —que descansen en paz la Pasteurina y la Piña Canada Dry— y que no han podido replicar iteraciones más recientes de las bebidas de manzana. Ni la Crush Manzana, ni la hypeada San Luis Manzana se le acercan.
Lamentablemente, la Fanta Manzana, una edición limitada enganchada con el estreno de la nueva de Beetlejuice, tampoco lo logra.
Sin embargo, tengo que reconocer que detrás de su color de limpiavidrios no hay una gaseosa desagradable.
No tiene el dulzor empalagoso de la desaparecida Crush Manzana y ofrece cierta acidez que al menos se esfuerza por hacer cosplay de algo remotamente cercano a una fruta. Ya es bastante si tenemos en cuenta el desolador panorama de las fórmulas post octógonos, que saben más a endulzantes alternativos que a otra cosa.
Pero por ahí y solo recuerdo la Bimbo Manzana porque la compraba mi mamá como muestra de gratitud a mi versión de 6 años, luego de acompañarla a hacer el mercado. Y hoy soy yo de 33 entrando a un Tambo a preguntar con vergüenza si tienen la Fanta de Beetlejuice.
El sabor también es emocional.
🍅🍅🍅
Navego para que tú no tengas que hacerlo
En mis tiempos como freelancer pasé por varios trabajos extraños. Uno de ellos fue entrenar a una IA en una plataforma china. En el proyecto que me asignaron, debía escuchar cientos de audios de niños con acento argentino hablando sobre Pop It, una lámina de burbujas de goma que aparentemente fue un juguete popular hace unos años. En este artículo para Revista Anfibia, Martín Mazzini habla sobre lo extraño y precario que puede ser el trabajo de educar a una IA, compartiendo su propia experiencia.
Se nota que es época de elecciones en Estados Unidos porque el X de Elon Musk no deja de mostrarme propaganda de derechas en mi feed. Es todo basura, pero tengo que admitir que esta reversión del clásico Juliana, que mala eres sí me hizo cagar de risa. Ya se imaginan quién es la mala.
Y hablando de X, este artículo de Coleman Spilde para Slate aborda el negocio de las cuentas de efemérides falsas que viene creciendo en la otrora plataforma del pajarito azul. Sí, probablemente Lady Gaga no lanzó esa canción un día como hoy hace 15 años. Tu like tiene valor, úsalo bien.
Monoespacio (2023) de Cinthya Miranda fue uno de mis álbumes locales favoritos del año pasado. En esta sesión en vivo, que recién descubrí hace unos días, se aprecia bien el encanto de sus baladas triphoperas endulzadas con autotune. La cantante acaba de anunciar un set largo en su próximo concierto, luego de superar algunos problemas de salud que no le permitieron tocar en los últimos meses. Será el 11 de octubre en El Paradero Cultural. La primera preventa ya está disponible. Más info en su Instagram.
Playlist
Me uno al saludable reto de hacer una playlist para conmemorar, al fin, la muerte de Fujimori padre.
Incluyo algunos clásicos como El asesino de la ilusión de Leusemia y Más poder de La Sarita, algunas canciones menos obvias y también la más directa: Maldito Fujimori de DHK (aunque en Spotify le dan la autoría de la canción a Bömbärdeo, la banda con la que comparten split).
El chino huevón
es un dictador
¿Qué chucha pasa aquí en el Perú?
—Generación perdida, 6 Voltios.
Ya si hasta ellos se dieron cuenta…
🎵Escuchas la playlist aquí.
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un poco muy emocionada por el boletín de hoy. me gusta esa sensación de que ahora todo puede ser sorpresa jaja.
el documental de alex jones no lo he visto, pero si suficientes documentales q narran juicios, crímenes o investigación en general y aún así cada vez que hay una referencia a la capacidad de criterio de algunos estadounidenses me quedo medio tonta. no puedo creer todavía lo de sandy hook... pero lamentablemente no me sorprende. supongo que tiene sentido porque es la época de la posverdad? aunque personalmente creo que ya sobrepasamos eso y ahora hay esta tendencia a ni siquiera creer en la verdad...
no puedo negar que la muerte de fujimori padre ha sido casi como un fin bien teátrico, muy novela, muy drámatico y un poco vivo por el show. morir la misma fecha que abimael o que se salga el desagüe en tu velorio y que medio país se paralice 🚬🚬🚬
sobre la fanta de manzana... tengo un fomo increíble por no poder hacer un review de la gaseosa beetlejuice, pero supongo que por acá puedo hacer cosas diferentes, aunque debo decir que si bien hay pocas gaseosas feas, la peor tiene que ser la concordia de piña cuando se pone a temperatura ambiente. esa cosa sabe a químico puro y sal y no me dejen seguir hablando del empaque o del agarre porque es pésimo todo y no termino nunca.
also, si bien no es una canción con referencia a fujimori, le he metido mucho a los últimos singles de jamie xx y es muy superior, recomiendo!! 🏄🏻♀️
me pregunto si ya existe algún parque llamado alberto fujimori jajaja
Te perdono que no hubiera boletín la semana pasada porque la calidad de este fue superlativa. Lo del Chino es de distopía, hay gente que parece que cree de forma no irónica que Fuji capturó a Abimael con sus propias manos: un desastre. Por otro lado, sobre las gaseosas nostálgicas, en el Huánuco noventero una incipiente industria de bebidas carbonatadas —Gaseosas Huánuco se llamaba, muy originales no eran— me brindó la experiencia de indescriptibles sabores que, si bien no eran buenos, al menos son inolvidables.