El internet según El Buen Librero
Una conversación con el creador de contenido literario sobre la era de los blogs, proyectos fallidos y terraplanismo
Mi internet no es el tuyo, ni el tuyo es el de tus padres, ni el de tus padres es el de tu sobrino gen alfa. Cada quien alberga sus propias costumbres, experiencias y vicios en línea. Inspirada en "My Internet" de Embedded, "El internet según" es una sección de este newsletter que busca habitar por un rato el internet de diferentes personas. Y el próximo puedes ser tú 🫵.
A El Buen Librero lo conocí como Gianfranco Hereña, un compañero de la Facultad de Comunicación de la de Lima con el que siempre me cruzaba en los terceros lugares de los freaks de la universidad: el Círculo de Periodismo Deportivo, la revista Nexos, el Taller de Narrativa y Poesía y parques y chupódromos que albergaban todo tipo de recreación.
15 años después, sus proyectos intentan ser un hogar en internet para otros freaks: los que leen más palabras en un papel que en una pantalla.
Desde un cuarto acondicionado artesanalmente para dictar clase y crear contenido, El Buen Librero me dejó entrar a su internet.
¿Cómo fue tu primer contacto con internet?
El primer recuerdo que tengo es de una chica que me cuidaba en casa. Estudiaba en un instituto y me contó que usaba internet para chatear por horas con chicos de Estados Unidos y España. Soñaba con tener un novio de otro país. Luego, la novedad llegó a mi colegio. Hasta entonces lo más bacán para hacer en las computadoras del cole era jugar Buscaminas...
Escribir lisuras en Word Art…
Claro. Copiar el acceso directo del Counter y pegarlo en tu diskette y creer que habías bajado el juego. Pero, bueno, internet se llevó nuestro interés. Empezamos a ir a cabinas. Mi mayor diversión era entrar a la página de la WWF para ver lo que estaba pasando en tiempo real, porque la lucha libre nos llegaba atrasada algunos meses. También entraba a la página de Panini a descargarme figuritas de los mundiales antiguos.
En esa época la cultura se transmitía a otra velocidad. Internet se sentía como una ventana tanto hacia el pasado como al futuro.
Claro. También te enterabas cosas que pasaban en otros países. El otro modo era leyendo las clásicas revistas de los consultorios. En casa no teníamos ninguna suscripción, así que internet saciaba un poco esa curiosidad.
¿Te relacionabas con personas desconocidas en internet?
Recuerdo que el profesor de Informática nos enseñó a chatear entre nosotros. Rápidamente pasamos a explorar las salas de Latinchat. Entrábamos a las secciones para mayores de 30, mayores de 40. Pero no más que eso.
¿Todo quedaba entre tus amigos del colegio?
Sí. Más o menos en esa época también ocurre un cambio grande: la gente ya no se pedía su número de teléfono, sino su Messenger. Descubrimos que había un mundo más allá de los correos electrónicos, y empezábamos a coordinar conectarnos todos a una misma hora para jugar algún juego. Lo que sea. Podía ser el juego de michi de Messenger. También empieza a operar una lógica de acumulación: era más chévere quien tenía más contactos en Messenger y, luego, cuando aparecen las redes sociales, más amigos en Hi5.
Tu trabajo como creador de contenido requiere que te expongas una persona digital. ¿Cómo fueron tus primeras experiencias mostrándote ante otros en estas primeras redes sociales?
Las redes sociales coinciden con mi adolescencia y eran plataformas también adolescentes en muchos sentidos. Hi5 y el primer Facebook eran plataformas buscando su identidad, tal como lo estaba haciendo yo en mi adolescencia. Publicaba fotos haciéndome el malo, luego el poeta, luego el pichanguero. Intentaba encontrar una identidad con la que encajara mejor. Creo que donde me empiezo a sentir más cómodo es cuando llega la fiebre de los blogs.
¿Qué encontraste ahí?
Siempre quise escribir y Blogspot te permitía publicar fácilmente y encontrar una comunidad. No recuerdo cuál fue mi primer blog. Probablemente fue una tarea para el curso de Informática. Pero ya en la Universidad, en el 2009 o 2010, saco un blog llamado Simplemente Mamarrachos, donde subía cuentos y artículos. Por supuesto que salía con una foto súper pretenciosa, en blanco y negro, vistiendo una boina y una chalina. Era Enrique "el antiguo".
También recuerdo que hacías cosas en YouTube antes de sacar El Buen Librero. Era un YouTube diferente al de ahora, pero imagino que te sirvió de ensayo para lo que terminarías haciendo años después.
Sí. Yo siento que si hubiera continuado con eso tal vez hubiese conseguido fama por hacer papelón tras papelón. Hacía sketches, fonomímica, stand up comedy mal hecho. Me sentía un visionario. Mi canal se llamaba Leizito. No recuerdo por qué me puse así.
Recuerdo que entrevistaste a Philip Butters.
Claro. Esa entrevista se perdió en la computadora de mis viejos. Yo me sentía súper profesional grabando con una cámara digital Olympus y sonido ambiental. En ese video solo enfoco a Philip. Nunca salgo ante cámaras. En esa época me guiaba mucho de canales de Estados Unidos que hacían algo así como videopódcasts. Lo dejé de hacer porque sentía que la reputación que me estaba generando no era la mejor, pero si pudiera volver en el tiempo me diría a mismo que lo siga haciendo porque fui un poco un adelantado a mi época. Tal vez en algún momento iba a ganar plata.
Una lección interesante es que muchos creadores de contenido que hoy llevan proyectos exitosos tienen detrás una montaña de intentos fallidos.
Sí, totalmente. Yo cada tres meses hacía un proyecto nuevo hasta que, en el 2013, tras salir mal de una redacción, empiezo a enseñar y decido hacer El Buen Librero. Sentía que ya me había hecho el gracioso en YouTube y debía hacer algo más serio, y que sea escrito. Pensé en hacer un blog y recuerdo que tú fuiste uno de los primeros que me mandó a la mierda. "¿Un blog para qué? Los blogs ya están muriendo", me dijiste. Mi profesor Julio Mateus me sugirió que sea un proyecto transmedia y decidí alimentar el Facebook, el blog, YouTube y Twitter, todo en paralelo. No pasó mucho tiempo hasta que una editora me contactó para enviarme libros para reseñar. Para mí eso ya era llegar a Miami.
Al tener más de 10 años, tu proyecto ha transitado distintas épocas. ¿De qué modo crees que ha cambiado el internet en ese tiempo?
Siento que ahora cualquier tipo de contenido es aplaudido, o por lo menos bienvenido, salvo involucre alguna acción moral funable. Por ejemplo, si yo hubiera hecho un formato ligero, en video, para reseñar algún libro, los críticos de esa época, tipo Faverón, me hubieran sacado la mierda. La crítica al contenido ha decaído un montón.
Justo hace poco escuchaba en un pódcast una conversación en la que se mencionaba que al haber más gente conectada que hace 20 años, el usuario promedio de internet se parece más a la persona promedio de la "vida real". Antes quienes estaban muy online eran más obsesivos, más nerds. Puede tener que ver con eso.
Sí, creo que hay algo de eso. Ahora, al mismo tiempo, cuando ese comentario negativo sí aparece, te inclina la balanza de los comentarios posteriores. Si se convierte en una funa, se puede generar un estigma del cual te cuesta levantarte mucho más que antes. Siento, además, que siempre ha habido gente que se cree dueña de la verdad, pero ahora los encuentras más. El internet se ha convertido en ese terreno donde se te dice de qué te puedes reír y de qué no, qué está bueno hacer y qué no. Tus interacciones poseen una ética soterrada que va moldeando tu algoritmo también, que luego te empieza a mostrar solo las cosas que consumes, a diferencia de antes, cuando el alcance era más "orgánico".
La navegación era más voluntaria, tal vez. Antes entrabas con un plan de lo que querías buscar. Recuerdo que cuando estudiábamos se hablaba del "prosumidor", el usuario que ayudaba a crear aquello que consumía, pero creo que hoy, a menos que produzcas contenido, eres más bien un consumidor pasivo. Te sometes un poco a lo que te muestre tu algoritmo.
Sí, y así es fácil entrar a una burbuja en la que crees tener la verdad porque te empiezan a dar por tu lado. Ratifica tu ego. Yo les digo a mis alumnos que siempre mantengan una duda acerca de todo lo que se les muestra. Pero veo que muchos de ellos sí consideran que sus creencias son verdades absolutas, y eso los lleva a veces a posiciones extremistas.
Si hace 20 años querías ser terraplanista, tenías que recurrir a rincones un poco más rebuscados de internet, porque probablemente en los espacios más mainstream serías ridiculizado. Hoy en TikTok puedes alimentar un algoritmo que valide estas ideas y encontrar comunidad. Es más fácil vivir en un mundo paralelo.
Hace poco entrevisté a François Vallaeys y me dijo algo en ese sentido. No con estas palabras, pero iba por ahí: antes al loquito de la plaza solo lo escuchaban en la plaza, hoy lo escucha el mundo.
¿Qué te sale en TikTok?
Videos de Fanodric, resúmenes de jugadas. Últimamente también algunas cosas retro, medio conspiranoicas, del Chavo del 8.
El Chavo del 8 dice su nombre...
Sí, esa clase de cosas. Veo mucha tele retro. Intento buscar en lo digital lo que no tuve presencialmente. Recuerdo de forma difusa los años noventa. Hay comerciales antiguos que recuerdo y puedo comprobar si eran como los imaginaba. También muchos comerciales de otros países, de Argentina, sobre todo, que veía en Fox Kids, Cartoon Network o Discovery Kids. Mi identidad está muy marcada por el cable.
¿Cuál es tu relación con X?
Antes lo usaba solo para renegar de los partidos. Ahora me sirve para encontrar comunidad. Publiqué un libro sobre Cristal y tuvo impacto entre los hinchas que son activos en la plataforma. El algoritmo me ha posicionado de una forma distinta. Ahora posteo sobre literatura y tengo 3 likes, pero cuando comento sobre Cristal sí tengo mucha más interacción.
¿Instagram?
Publico bastantes reels. Sobre todo, porque tenemos contratos con marcas y esa es una de las exigencias.
¿Todavía usas Facebook?
Recontra. El público al que apunto incluye muchas personas mayores que todavía usan la plataforma. En cambio, mis alumnos ni siquiera están en Instagram. Usan redes más alternativas, medio subtes. Si es que usan Instagram, tienen tres cuentas. Ponte, una es la cuenta de Ricardo, que tiene solo una foto de Pikachu, cuatro historias destacadas y una invitación para seguirlo al privado. En ese privado solamente tiene a sus patas. Y si entras al privado, dice "sígueme al finsta", que es donde postea cosas chistosas que nunca publicaría en público. Y tiene cuatro o cinco seguidores. Ahora hay una lógica nanocomunicacional. Nuestra generación era la que mostraba todo. Ellos entienden que hay cosas que solo debes mostrar a determinado grupo de gente.
Al haber convertido tus intereses en tu chamba, ¿sientes que hay una parte de tu cerebro que se ha podrido y que ya no te permite leer algo sin que pienses en cómo lo conviertes en contenido?
Totalmente. Tengo un contrato con Buscalibre que me permite pedir una determinada cantidad de libros. Los escojo en base a mis intereses, pero también a qué puede funcionar mejor en mis redes. El creador de contenido lo es a tiempo completo. La otra vez no funcionaba mi CPU y tuve que entrar a una clase virtual desde el celular. Faltaba poco para que les diga a los chicos que pueden darle like al video, comentar y suscribirse. Es difícil separar a creador de contenido de la persona y del profesional. Hay algo podrido ahí en el cerebro que esperaré recuperar con terapia.
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